Mejora tu movilidad con dispositivos personalizados y fiables

Las ortesis Verín llamaron mi atención cuando mi abuelo sufrió un accidente y tuvo que pasar por un proceso de rehabilitación bastante complejo. Hasta entonces, pensaba que estas ayudas eran simples aparatos ortopédicos sin mayor ciencia, pero al observar de cerca cómo funcionaban, comprendí su verdadera importancia y la precisión que requieren. Mi abuelo necesitada una sujeción muy específica para estabilizar la rodilla, y no cualquiera valía.  

El médico que lo atendía explicó que las ortesis no se limitan a rodillas o tobillos, también pueden usarse en muñecas, codos o columna. Su objetivo es inmovilizar o reforzar la articulación para facilitar la recuperación tras una lesión o para compensar ciertas debilidades permanentes. Me parece sorprendente la cantidad de diseños disponibles, desde férulas rígidas hasta dispositivos más flexibles que se ajustan al cuerpo sin afectar demasiado la comodidad.  

La clave está en la personalización, porque cada persona tiene una anatomía y un patrón de movimiento distintos. Vi cómo tomaban medidas muy precisas de la pierna de mi abuelo para diseñar la ortesis que respondiera a la inestabilidad que presentaba. Cuando se la probó, no fue solo ponerse y ya, sino que hubo que hacer pequeños ajustes para evitar roces y asegurar que el rango de movilidad fuera el adecuado. Esa adaptación fina requería la intervención de un profesional experimentado, capaz de interpretar la evolución del paciente y de la lesión.  

Descubrí que, en ciertas ocasiones, las ortesis sirven también para prevenir dolencias. No todo el mundo las usa únicamente tras un trauma o una operación. Por ejemplo, en la práctica deportiva, algunos atletas llevan protectores ortésicos en rodillas o tobillos para evitar torceduras y sobrecargas que se producen en movimientos repetitivos. A veces, la estructura anatómica del deportista lo hace más propenso a luxaciones, y un dispositivo adecuado puede ser la diferencia entre seguir entrenando o tener que frenar por una lesión crónica.  

Las variedades más comunes incluyen soportes para tobillos, rodillas, muñecas y la zona lumbar. Cada una cumple una función diferente, así que no vale con escoger la primera que se vea en una tienda. Me acuerdo de que un conocido compró un vendaje genérico por su cuenta, creyendo que solucionaría sus dolores de espalda, y terminó con mayor molestia porque no se ajustaba a su problema real. En el caso de mi abuelo, la ortesis Verín funcionó gracias al asesoramiento de un especialista que decidió cuándo debía llevarla puesta y cuándo era mejor descansar la articulación sin ella.  

Aunque se puede sentir un poco raro llevar un “aparato” extra en la pierna, brazo o tronco, la mayoría de los usuarios afirma que, con el paso de los días, uno se acostumbra y aprecia el soporte que brinda. Mi abuelo comentaba que, al principio, la sentía como una carga, pero luego comenzó a caminar con más seguridad y dejó de temer que la rodilla cediera en cualquier momento. Esa confianza redujo su riesgo de caídas y aceleró la rehabilitación, porque podía hacer ejercicios con cierta tranquilidad.  

El profesional responsable de prescribir y ajustar las ortesis suele ser un ortopeda, un fisioterapeuta especializado o incluso un traumatólogo, dependiendo de la complejidad del caso. No se trata de un simple consejo de compra, sino de valorar cuáles son las metas del paciente: ¿necesita inmovilizar completamente la articulación o busca una sujeción flexible para ir recuperando movilidad gradualmente? El tiempo de uso también varía, porque algunos las requieren durante unos meses, mientras que otros pueden llevarlas por un periodo más prolongado si la enfermedad o la lesión así lo dictan.  

A mí me impresionó la tecnología que han ido incorporando estos dispositivos. He visto algunos modelos con sistemas de articulación que se pueden regular para permitir cierto ángulo de movimiento, o incluso con materiales transpirables para mayor comodidad. Es como si la ingeniería y la medicina se hubiesen aliado para crear soluciones a medida de cada persona. Y cuando ves la diferencia en la calidad de vida de alguien que necesitaba un apoyo extra, entiendes lo esencial que es elegir bien.  

Con mi abuelo resultó esencial hacer revisiones periódicas para ver si la ortesis seguía cumpliendo su función o si necesitaba algún ajuste. La rodilla sanó con el tiempo, pero durante la recuperación, ese soporte fue vital para que no recayera en la lesión y pudiese retomar la marcha con normalidad. Esa experiencia me enseñó que las ortesis no son accesorios secundarios, sino partes del proceso de rehabilitación y prevención de lesiones, siempre que se seleccione el diseño adecuado y se cuente con la guía de un profesional que conozca la anatomía y la biomecánica del cuerpo humano.