Cada vez más personas son diagnosticadas con intolerancias o alergias a alimentos o a grupos de alimentos: intolerancia al gluten (celiaquía), intolerancia a la lactosa, intolerancia al azúcar de la fruta (fructosa), alergias al huevo, a los frutos secos, al sorbitol… Con frecuencia quienes tienen este tipo de problemas combinan dos o más alergias, presentando a la vez alergia a la proteína de trigo y a los lácteos, intolerancia a las nueces y al huevo, etc.
También los casos de fibromialgia aumentan cada año: un síndrome asociado inicialmente a la depresión que sin embargo parece tener un origen físico, el mismo que el de las intolerancias alimentarias.
Esto es lo que defiende el doctor José Rodríguez Moyano, especialista en fibromialgia que cuenta con más de 15 años de experiencia clínica y que en 2005 publicó los resultados de un estudio clínico sobre fibromialgia e intolerancias alimentarias en la revista especializada Medicina Biológica. Según el Dr Rodríguez Moyano, el 80% de todos los casos de fibromialgia o fatiga crónica son causados por una patología relacionada con las alergias alimentarias o por el virus Epstein Bar. En ambos casos se produce una inflamación crónica generalizada en todo el organismo que si permanece sin diagnosticar o sin recibir el tratamiento adecuado, derivan en los síntomas que forman el síndrome de la fibromialgia: cansancio extremo, dolores inaguantables, rigidez en las articulaciones, cefaleas o migrañas, sensibilidad aumentada al ruído, calambres, depresión.
La Sociedad Andaluza para el Estudio de las Enfermedades por Alimentos (SAEIA) promueve desde hace más de diez años investigaciones sobre el vínculo entre las intolerancias alimentarias y la fibromialgia. Uno de sus estudios encontró un vínculo especialmente significativo entre la intolerancia a la lactosa no tratada y la aparición de síntomas de fibromialgia.
Se calcula que de estas intolerancias a la lactosa, al menos un 24% son intolerancias secundarias, causadas en primer lugar por una intolerancia al gluten. Algo que concuerda con las molestias que causa la leche para celíacos y que puede abrir nuevas vías de prevención y tratamiento reduciendo los costes personal, farmacéutico y sanitario causados por estas enfermedades.