El hipster de la esquina

La zona del barrio en la que vivo actualmente es como un solar. El otro día vinieron mis padres a visitarme y me dijeron “venga, vamos a tomar algo, ¿dónde hay una cafetería?”. Y yo les miré un poco avergonzado: la cafetería más cercana está como a 10 minutos. Por eso, cada vez que hay obras en uno de los bajos de los edificios de la zona, todo el mundo se pone nervioso, esperando que sea una cafetería o algo parecido… pero nunca sucede.

Lo último en abrir ha sido una tienda de productos gourmet. Menos da una piedra, ¿no? Lo lleva un hipster de esos, con su barba y todo. El chaval no parece tonto, porque ha instalado una máquina de café, aunque no suele ser habitual en los colmados, y ha puesto una par de mesas con sillas en el espacio libre de la tienda, justo al lado de la zona de lacteos y sus derivados, para que algunos clientes puedan tomar algo. Con todo, la tienda del hipster es lo más parecido que tenemos a una cafetería en bastantes metros a la redonda.

Como tenemos una edad parecida y veo que algunos intereses comunes (aunque yo no llevo barba) he hecho algo de amistad con el tendero. Es todo un personaje. Antes de montar esta tienda se dedicaba al diseño gráfico en un estudio de publicidad pero, según cuenta, discutió con el jefe y decidió establecerse por sí mismo. Pero antes, mientras tanto, abrió una tienda de productos gourmet “después de hacer un estudio de mercado en la ciudad”.

Aunque las tiendas de productos gourmet abundan en el centro, es cierto que en el extrarradio no son tan habituales por lo que puede tener sentido su “estudio de mercado”. Ahora bien, no le he preguntado por su facturación, pero la mayoría de las veces que voy a visitarlo estamos solos un buen rato, ahí al lado de la zona de lacteos y sus derivados, departiendo sobre lo divino y lo humano. Él no parece muy preocupado, de momento. Y los vecinos, por lo menos, tenemos un lugar donde tomarnos el café.