La leche sin lactosa ya está presente en toda la hostelería

Las personas con intolerancia al azúcar de la leche o lactosa tenían hasta hace pocos años serios problemas para poder tomar un café con leche fuera de sus casas. En la mayoría de establecimientos de cierta categoría podían encontrar leche de soja, pero raramente leche sin lactosa. Y si hablamos de cafeterías de barrio las opciones de encontrar alternativas para la leche normal eran muy reducidas.

Hoy, la leche sin lactosa se encuentra prácticamente en cualquier lugar en el que se sirven cafés e incluso se utiliza para hacer chocolates y otras preparaciones. En donde sirven batidos, es frecuente encontrar nata sin lactosa y pedir un batido que no tenga lactosa ya no es tarea imposible, aunque sí es algo más complicada que la conseguir un simple café.

Una de las cosas que han contribuido a que las personas intolerantes a la lactosa encuentren alternativas para consumir es la moda de lo vegano. Cada vez más personas se han apuntado a la dieta vegana al cien por cien y esta dieta no permite la leche ni sus derivados. La hostelería ha visto lo importante que es darle a este sector alternativas y han comenzado a añadir bebidas vegetales a sus listas de productos básicos.

Elaboran batidos veganos, tienen helados veganos en verano elaborados con soja o con avena y también proporcionan a sus clientes todo tipo de alternativas para postres. Para la mayoría de los intolerantes a la lactosa, consumir un postre en un restaurante era algo prácticamente imposible ya que la gran mayoría de postres contienen leche, nata o derivados.

Pero los postres veganos no cuentan con los lácteos por lo que ofrecen alternativas que cualquier intolerante puede tomar sin miedo alguno. Esto les abre toda una serie de posibilidades. Lo mismo que cuando acuden a los supermercados a hacer la compra. La sección de productos veganos es una barra libre para ellos en la que saben que pueden coger cualquier producto sin tener que comprobar la lista de ingredientes buscando lactosa oculta como conservante.

Evidentemente, la vida social es ahora mucho más sencilla para un intolerante a la lactosa, como lo es el hacer la compra. Cada vez más personas son diagnosticadas de intolerancia a los lácteos, lo que también hace que sean un nicho de mercado más amplio y los precios de este tipo de productos comiencen, poco a poco, a acercarse al de los lácteos normales.