Categoría: Bodegas

¿Cuál es la variedad de uva más antigua del mundo?

Las primeras referencias al vino se encuentran en el Antiguo Testamento. Civilizaciones tan longevas como la griega y la romana ya consumían esta bebida alcohólica. Las variedades de uva existentes en la actualidad se cifran en miles y, de todas, la albariño destaca entre las más antiguas.

El éxito del albariño selección albarei y de otros vinos elaborados con esta variedad gallega no es casual. Por su frescura, buen cuerpo y notas cítricas y ácidas, la uva albariño ha sabido convertirse en una referencia para el sector vitivinícola.

En los años noventa se iniciaron las primeras investigaciones serias en torno al albariño, como las impulsadas por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Misión Biológica de Galicia. La teoría de los monjes de Cluny, vigente por entonces y que sugería una longevidad de tres siglos para esta variedad, ha perdido aceptación en favor de la romana: las semillas halladas en O Areal indicarían que estas vides fueron domesticadas en época del Imperio Romano.

Pero la uva albariño compite en antigüedad con otras más desconocidas en el sector, como la zinfandel, especialmente cultivada en California, Estados Unidos. Los últimos descubrimientos arqueológicos inducen a pensar en una edad superior a los tres mil años para estas vides.

Los orígenes de la variedad zinfandel estarían en suelo europeo, concretamente en Italia y Croacia, donde esta misma variedad recibe el nombre de primitivo, tribidrag y crljenak kaštelanski. Con toda justicia, es considerada una de las uvas con más historia.

Además de la albariño y la zinfandel, otra variedad que está ‘enraizada’ con la vitivinicultura es la syrah. Originaria de Irán, esta uva se remontaría cinco mil años en el tiempo, hasta la Antigua Persia. Se desconoce hasta qué punto está emparentada con las uvas hignin, biaune, sérine y shiraz, entre otras.

¿Cuáles son los galardones más importantes del mundo del vino?

Para recompensar el buen hacer de los productores vitivinícolas, han surgido en el último siglo una serie de galardones de prestigio internacional. De todos ellos, sobresale el Challenge International du Vin celebrado en Burdeos. Caldos tan ilustres como el Señorío de Sarría Crianza o el condes albarei albarino han obtenido la medalla de oro que este certamen otorga a los mejores vinos.

Mientras que el Challenge International du Vin se desarrolla como una cata a ciegas, eliminando así las preferencias regionales y nacionales, el premio The International Wine Contest valora los vinos candidatos con criterios científicos y sensoriales.

Este concurso, considerado uno de los más antiguos del mundo, se organiza en Bruselas desde principios de los años sesenta. Su rigor descansa en un jurado compuesto por reputados enólogos y catadores, responsables de conceder distintos sellos de calidad.

Otro de los galardones de referencia en el mundo del vino es el International Wine and Spirits Competition. De antigüedad notable, este certamen debe su creación al experto vinícola Anton Massel. A diferencia de los anteriores concursos, este concede mayor importancia a las propiedades químicas de los vinos que a sus cualidades organolépticas de los jueces.

Más convencionales son las valoraciones del Decanter World Wine Awards, basadas en una combinación de características (intensidad, equilibrio, calidad, etcétera) reconocibles para el consumidor de a pie. Cada año compiten alrededor de quince mil productores, todos en busca de los ansiados premios Oro, Plata y Bronce.

La revista Decanter es la encargada de organizar los Decanter World Wine Awards, por lo que sus ganadores reciben una promoción impagable en dicha publicación.

Por último, el Concours Mondial de Bruxelles se celebra desde mediados de la década de los noventa. En su jurado confluyen más de trescientos especialistas del ámbito vinícola. Se valoran aspectos como el precio y el estilo, además de enjuiciar las características habituales.

Con el vino todo vale si lo disfrutas

Desde siempre ha existido un cierto snobismo con el vino. Ciertas personas han querido darle una especie de aura mística y hacer creer que solo los iniciados podrían disfrutar del auténtico placer de beber una copa de vino. Para ello, han creado toda una parafernalia en cuanto a la cata del vino o la elección del caldo perfecto para acompañar cada plato.

Es cierto que los paladares más exquisitos pueden disfrutar de matices que, cuando no se tiene el gusto entrenado, es difícil diferenciar en un vino. O que las propiedades de un vino en cuanto a su acidez o a su sabor afrutado pueden hacerlo más adecuado para unas comidas u otras. La mayoría de los mortales solo sabemos que los tintos acompañan a la carne y los blancos al pescado y no solemos entrar en más matices.

Pero cada vez son más las personas que dejan atrás todas estas etiquetas y que deciden que ellas van a disfrutar el vino como mejor les parezca. Todo vale si a ellos les parece bien y les satisface, es decir, si disfrutan de la comida y de la bebida. Si su vino favorito es un condes albarei albarino lo tomarán tanto si disfrutan de una copa de vino por la tarde con sus amigos en una vinacoteca como si tienen que acompañar una cena vegana o una barbacoa de carne. Y, lo cierto, es que no hay por qué objetar nada a esto.

Quién desee aprender a catar vinos y a combinar sabores tiene muchas posibilidades para hacerlo porque hay muchos cursos especializados. Y disfrutará de todos esos matices que para otros son prácticamente inexistentes. Pero eso no hará que disfrute más del vino que quién simplemente se bebe una copa y siente que está tomando algo que le gusta y le complace. Solo son diferentes formas de tomar vino. Ni mejores, ni peores.

Por eso, si vas a salir a tomar vinos o a cenar, no te sientas acomplejado por tus elecciones. No hay una decisión correcta y otras incorrectas, si el vino que tú eliges a ti te gusta, es el adecuado. Solo tienes que pedirlo sin ningún rubor y saborear tu cena y tu copa de vino dándote ese placer para el cuál no tienes que pedir ni el permiso ni la aprobación de nadie. ¡Faltaría más que tuvieras que hacerlo!

Albariño: ¿cuáles son las claves de su éxito?

Historia, universalidad y distinción son cualidades que sólo una minoría de caldos logran reunir. El vino albariño blanco es sin duda uno de los elegidos. Imposible mencionar uno solo de sus atributos como causa principal de su éxito, pues la respuesta se encuentra en una pluralidad de características.

 

Las propiedades organolépticas del albariño son, en primer lugar, únicas en muchos sentidos. Su sabor destaca por un gusto afrutado, balsámico especiado y floral, con un aroma uniforme y profundo que deriva en vinos de gran personalidad.

 

La diversidad es otra de las fortalezas de la uva albariño, pues los vinos elaborados con esta cepa pueden combinarse con otras variedades ilustres de Galicia, como la treixadura, la caiño blanco, la godello o el torrontes. Las posibilidades de estos coupages son prácticamente ilimitadas, y hablan en favor de la versatilidad del albariño para hermanarse con otras cepas autóctonas.

 

A diferencia de otras uvas, la albariño goza de una sorprendente universalidad. Pese a ser oriunda de Galicia, concretamente de Pontevedra, se cultiva en otras CC. AA. como Castilla y León, Cantabria o Galicia, así como en países vecinos como Portugal. Pero además, diversas naciones al otro lado del Atlántico también han abrazado esta variedad de uva: Argentina, Chile, Uruguay, Brasil o Estados Unidos (California), por mencionar sólo algunos representativos.

 

Cierto es que los vinos albariños están de rigurosa actualidad, maridando los platos más vanguardistas del sector hostelero. Pero este carácter moderno y joven esconde una larga historia que se remonta al siglo XII, momento en que un grupo de monjes de la Orden Cisterciense introdujo estas cepas en el Monasterio de Santa María de Armenteira de Pontevedra.

 

Sin embargo, otras teorías sugieren que la uva albariño acabó en la Península tras las migraciones germanas del siglo V. Como quiera que sea, esta selecta cepa forma parte de la Denominación de Origen de las Rías Baixas desde 1980.